martes, 24 de noviembre de 2009

NO al maltrato

Últimamente se ha podido leer en internet diversas opiniones sobre este tema, que se han incrementado con la nueva campaña Maltratozero promovida por el gobierno. En ella salen principalmente mujeres exponiendo que de todos los hombres que haya en sus vidas, ninguno será más que ellas.

Por extraño que parezca, mucha gente opina que el gobierno está incitando a una lucha de géneros, y que a este paso no lograremos ningún avance relacionado con la violencia de género.

Sí y no. Sí, porque debido a razones que explicaré después, hay factores que, en algunos casos, nos instigan a un feminismo discriminatorio. Y no, porque ya vale de echar la culpa de todo a Zapatero. Este tema tan serio debería de estar por encima de tonterías infantiles del tipo la culpa es suya y centrarse más en qué hacer para mejorar la situación de las mujeres maltratadas, no ser tan retorcidos de pensar que el gobierno quiere enfrentar a hombres y mujeres. Ridículo.

En el tema del maltrato no comentaré nada más, más que nada porque es un tema tan delicado que mi valentía para opinar tiene un límite, y la violencia de género está por encima de él.

Pero sí voy a hablar sobre el feminismo discriminatorio que antes he nombrado. Me he dado cuenta de que con el paso del tiempo se está distorsionando el verdadero significado del feminismo. En muchos casos parece que sea la lucha contra los hombres, y eso no es así. Es algo mucho más serio y profundo como la lucha por los derechos humanos, que a las mujeres se nos han estado vetados hasta hace menos de un siglo. Nuestro único objetivo debería ser luchar por una sociedad más justa, pues no existe justicia en la desigualdad.

El problema recae en que a veces esto se nos olvida (y me incluyo a mí misma) y nos tropezamos con nuestra propia piedra. Sí, todas sabemos que si fuera el hombre el que abortara el derecho a hacerlo estaría escrito desde los diez mandamientos. Pero, por eso mismo, en vez de intentar degradar al hombre, debemos tenernos más estima a nosotras mismas. Sabemos cuánto valemos, no es necesario mandar a los hombres bajo tierra para demostrar nuestras capacidades.

Sólo me queda decir que tomemos una actitud relajada frente a este tema, reclamemos nuestros derechos cuando realmente la injusticia sea evidente para una o para cualquier mujer, denunciemos sin reparos al que se atreva a levantarnos la mano, y lo más importante, sonriamos con desprecio al retrógrado que pretenda hacernos creer que aún hay cosas que no sabemos o no tenemos derecho a hacer.