domingo, 20 de septiembre de 2009

A cámara lenta

Hace unas semanas leí una frase del gran Dalai Lama que me dejó sin palabras por la verdad de su contenido. Rezaba así: Los hombres son lo que más me sorprende del mundo, puesto que por pensar ansiosamente en el futuro no disfrutan del presente, por lo que no viven ni el presente ni el futuro.

La vida es esto. Pasar por la piel de las cosas, sin llegar a profundizar en ellas. Comer mientras ves la televisión o aprovechar para hablar por el móvil mientras caminamos hacia algún lugar son actos habituales del día a día. Creemos que con un sms semanal ya prestamos toda la atención necesaria a un amigo y un ¡Hola! acelerado desde la otra acera es una buena forma de saludar a un viejo conocido. ¿Nunca habeis pensado que algo no funciona? ¿No os habeis preguntado si nos hemos equivocado al organizar nuestra vida de modo que haya que ir siempre corriendo?

El periodista canadiense Carl Honoré sí que lo ha hecho en su libro El elogio de la lentitud. En él nos enseña y analiza el llamado Movimiento Slow, que básicamente consiste en que la lentitud no es la ineficacia, sino el equilibrio. La cuestión no es hacerlo todo más despacio, es correr cuando es necesario y ser lento cuando es nuestra mejor opción. El caso es que muchas personas ya se han unido a este movimiento defendiendo estos ideales, convirtiendo el libro de Honoré en un best seller mundialmente reconocido.


Yo lo que opino, desde mi parsimonia adolescente, es que tal vez por tanto correr vivamos sólo cuando dormimos, y aplacemos la felicidad postergando esos momentos gratificantes que necesitamos para ser básicamente personas. Tal vez con tanta prisa nos estamos perdiendo todo por lo que realmente merece la pena vivir: el afecto, los pequeños detalles, la ilusión de lo que se avecina... Como dice aquel adagio italiano: chi va piano va sano e va lontano; chi va forte va a la morte, es decir, quien va despacio llega lejos, quien va rápido directo a la muerte.

5 comentarios:

  1. no te puedes ni imaginar lo de acuerdo que estoy, hay un refrán que dice "vísteme despacio que tengo prisa".... y sinceramente al pasar los años (despúes de la tempestuosa adolescencia y la acelerada juventud) he llegado a una etapa de mi vida en la que valoro infinitamente más un paseo al atardecer, y es verdad llega un momento que lo que quieres es vivir el presente que el futuro ya vendrá... P.D. cada vez me gusta más tu blog ANIMOOO!!!!

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  2. ánimo Rocio eres una crak! espero que valores las risas que nos pegamos en clase, que eso si que es vida eeh:D un beseeet!

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  3. Rocío,soy Belén. Tengo que decirte que cada vez lo estás haciendo mejor. Me encanta entrar en tu blog y leer lo que escribes, aunque sabes que yo no comparto todo aquello que piensas, pero eso no quita para que entre y lea lo que pones :) Sigue así y ya sabes que me pienso comprar todo tus libros, porque aquí ya tienes a una fan! jeje Un besoo

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  4. Que gran verdad, Rocio! Vamos acelerados por la vida y no sabemos difrutar de los momentos bueno que nos ofrece. Por circunstancias de la vida, he aprendido que el futuro es algo incierto, que no puedes asegurar que está ahí. Por ello, intento disfrutar del presente tanto como puedo. Correr cuando es necesario y ser lenta y deleitarme en las cosas buenas cuando puedo.
    He leido tu artículo tres veces, y cada vez me ha gustado más. Sigue así, guapa. Tienes muchísimo talento y una seguidora en mi.
    ¡Ánimo!

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  5. De una periodista recién licenciada a una futura periodista: ÁNIMO. Escribes increíble ;)

    Sí que es cierto que las prisas son el ingrediente cotidiano del día a día. No nos damos cuenta hasta que de repente nos salta el resorte. A mí me saltó en mi reciente viaje a Cuba. Una hora en traernos la comida !! Tres cuartos en darme toallas limpias en el hotel !! y así podría seguir interminablemente...

    Me costó hacerme, pero lo conseguí. Volví a despertar de mi ritmo caribeño cuando llegamos a Madrid de vuelta y tardaron 0.5 segundos en prepararme un café. Qué gusto me dio ! Eso sí, aprendí a tomarme otras cosas con más calma. Las prisas sólo, para cuando hay que tenerlas.

    (Qué chapilla !!)

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